La estandarización completa del dinero llegó con las monedas aproximadamente hacia el año 700 A.C.
El dracma griego tuvo un valor constante desde el siglo VI A.C. hasta el II D.C.,
y llegó a ser el cuño habitual en gran parte de Asia y Europa.
y llegó a ser el cuño habitual en gran parte de Asia y Europa.
Los primeros banqueros
El primer papel moneda apareció en China sobre el 800 D.C. La primera gran inflación se produjo en el siglo XI. Los mongoles, como escribió Marco Polo en el siglo XIII, adoptaron el sistema de billetes bancarios. El papel moneda mongol era "de curso legal", por lo que el repudio como firma de pago era considerado como ofensa capital. Hacia finales de 1400, centenares de años de inflación provocaron la eliminación del sistema de billetes en China. Fueron reinventados en Europa a principios del XVII.
En los siglos XV y XVI ya se usaban monedas de oro y plata para grandes transacciones pero ni las calles ni las casas eran seguras por lo que los orfebres -en inglés goldsmiths- ampliaron el servicio ofreciendo cajas fuertes y guardias para mantener a salvo las reservas y comenzando a ofrecer su servicio a otros a cambio de una cantidad. La gente llevaba su oro, se lo guardaban y después lo retiraba cuando lo necesitaba para efectuar pagos.
Los goldsmiths se dedicaban a guardar el oro y la plata entregando a cambio certificados nominales que acreditaban su posesión. Con el paso del tiempo, los ahorradores se dieron cuenta que era absurdo para cada pago o cobro ir al depositario del oro a recoger el metal, entregarlo al beneficiario y que este la volviera a depositar en la misma casa del orfebre, por lo que estos certificados fueron empleándose progresivamente para efectuar pagos sin necesidad de utilizar el metal que lo respaldaba, lo que dio origen al movimiento del papel moneda. Bastaba con entregar una carta en la que pedía la orfebre que transfiriese el dinero a la otra persona. El portador de ese "cheque" podía llevarse el oro o dejarlo en el goldsmith.
El primer papel moneda apareció en China sobre el 800 D.C. La primera gran inflación se produjo en el siglo XI. Los mongoles, como escribió Marco Polo en el siglo XIII, adoptaron el sistema de billetes bancarios. El papel moneda mongol era "de curso legal", por lo que el repudio como firma de pago era considerado como ofensa capital. Hacia finales de 1400, centenares de años de inflación provocaron la eliminación del sistema de billetes en China. Fueron reinventados en Europa a principios del XVII.
En los siglos XV y XVI ya se usaban monedas de oro y plata para grandes transacciones pero ni las calles ni las casas eran seguras por lo que los orfebres -en inglés goldsmiths- ampliaron el servicio ofreciendo cajas fuertes y guardias para mantener a salvo las reservas y comenzando a ofrecer su servicio a otros a cambio de una cantidad. La gente llevaba su oro, se lo guardaban y después lo retiraba cuando lo necesitaba para efectuar pagos.
Los goldsmiths se dedicaban a guardar el oro y la plata entregando a cambio certificados nominales que acreditaban su posesión. Con el paso del tiempo, los ahorradores se dieron cuenta que era absurdo para cada pago o cobro ir al depositario del oro a recoger el metal, entregarlo al beneficiario y que este la volviera a depositar en la misma casa del orfebre, por lo que estos certificados fueron empleándose progresivamente para efectuar pagos sin necesidad de utilizar el metal que lo respaldaba, lo que dio origen al movimiento del papel moneda. Bastaba con entregar una carta en la que pedía la orfebre que transfiriese el dinero a la otra persona. El portador de ese "cheque" podía llevarse el oro o dejarlo en el goldsmith.
El monopolio del dinero
«Lo que es muy peligroso, y debe evitarse, no es el privilegio del gobierno para emitir dinero, sino que tal privilegio sea exclusivo y que a la vez tenga el poder para obligar a la gente a usar el dinero y a aceptarlo a un precio determinado por el propio emisor».
Friederich A. Von Hayek, «La Des-Naturalización del Dinero», 1976.
Hoy en día vivimos bajo el régimen monetario de curso legal, o curso forzoso, donde la ley reconoce un sólo tipo de dinero: el emitido por el monopolio de la Banca Central, sólo es legal aquel dinero emitido por la autoridad gobernare que un acreedor o un vendedor no puede rehusar aceptar como medio de pago.
El sistema opuesto al presente régimen es el de curso voluntario, o «libre», donde es potestad de cada acreedor o vendedor aceptar, o no, determinado medio de intercambio como pago. Esto implica que el individuo tiene la libertad de escoger el dinero del emisor que considere más conveniente.
Este mecanismo predominó en los orígenes del dinero, donde comerciantes y banqueros emitan sus propios medios de intercambio; dependiendo de la confiabilidad de estos emisores, los acreedores aceptaban o rechazaban sus monedas. Esta confiabilidad estaba en función del cumplimiento de los emisores en redimir sus monedas por el bien que las respaldara. Aquellos emisores que fallaran en la obligación de redimir su moneda, el mercado eventualmente los condenaba menospreciando su aceptación, siendo eliminados del mercado mediante una forma de purificación en la circulación de monedas.
Bajo el sistema de curso voluntario existen diferentes alternativas de fuentes emisoras de dinero, llegando a predominar históricamente el dinero emitido por los bancos privados.
El dinero de banco tuvo su apogeo durante el siglo XIX. Los bancos trabajaban bajo un patrón metálico como respaldo de su dinero, redimiendo sus billetes por determinada cantidad de oro, plata, cobre o una combinación de éstos. La emisión de dinero de banco se suspendió en el momento en que surgieron los Bancos Centrales arrogándose el privilegio monopolístico de emitir dinero. Existe la creencia popular que los bancos centrales fueron establecidos a raíz de las deficiencias de la banca privada libre. Las investigaciones demuestran lo contrario, y es aquí donde encontramos el primer obstáculo de un régimen de curso voluntario: la equivocada idea que un sistema donde los bancos funcionaban libremente como emisores falló.
Inglaterra se caracterizó por ser el modelo para el sistema de banca central. Por el contrario, Escocia no tuvo banca central. Entre 1792 y 1845 Escocia permitió la libre competencia en el negocio de emisión de dinero, sin casi ninguna regulación. Este sistema de emisión privada de dinero se suspendió, no por defectos que tuviera, sino por consecuencia de la extensión del «Acta de Peel» de Inglaterra ley que impidió nuevos ingresos al negocio de emitir dinero, tanto en Escocia como en Inglaterra. De donde se derivó la formación del Banco de Inglaterra como única entidad autorizada para emitir dinero.
Otro ejemplo sobresaliente de dinero privado de banco fue en Suecia, entre 1831 a 1902, donde se experimentó un sistema de libertad bancaria casi total. Al final de este período, existían 26 bancos privados y un total de 157 agencias que emitían su propio dinero. Estos billetes compitieron exitosamente con aquellos del Banco del Parlamento Sueco Riksbank, y a pesar de los impuestos y algunas otros restricciones que caían sobre los billetes de bancos privados, estos últimos eran predominantemente demandados por los usuarios. Aún más curioso, los billetes de Riksbank eran los únicos medios de pago de curso legal, o reconocidos ante la ley; durante esta etapa, existió una política explícita que el Estado no podía asistir a los bancos privados en momentos de crisis pero aún así ningún banco falló en su obligación de redimir dinero. Este exitoso sistema contribuyó al extraordinario crecimiento económico que tuvo Suecia durante la segunda mitad del siglo XIX, dada la estabilidad en las monedas privadas y en las reglas del juego crediticio. El sistema fue desmantelado mediante un proceso gradual que dio inicio en 1901, cuando las autoridades suecas, resintiendo la pérdida en los ingresos del Estado y la reducida circulación de los billetes del Riksbank, confirió al Banco del Parlamento el monopolio de la emisión de dinero. Formalmente el derecho de emitir billetes privados de banco se abolió en 1904.
Otro episodio en la historia del dinero de banco, tuvo lugar en la capital de la provincia de Fukien, en la China Continental. Esta región había sufrido desastrosas experiencias con el papel moneda emitido por el gobierno, a partir del siglo IX. Finalmente, la dinastía Ching (1644-1911) decidió que la emisión de dinero sería tarea exclusiva del mercado y no del gobierno y así fue, excepto en dos breves y fracasadas emisiones gubernamentales de las décadas de 1650 y 1850. Este dinero de banco era redimible en cobre y libre de cualquier regulación gubernamental. Este dinero tendió a depreciarse y los billetes de bancos grandes circulaban en todos los alrededores de la provincia, gracias a los eficientes sistemas de compensación. La caída de este régimen monetario se debió a la revolución de la República en 1911, ante la creación de una serie de regulaciones. Estas favorecían a aquellos bancos que habían proporcionado ayuda financiera a los revolucionarios. Los nacionalistas tomaron el poder en 1927 y en 1935 establecieron el régimen de curso legal favoreciendo únicamente a los tres bancos más grandes de la época. Se quiso entregar en definitiva al Banco Central de China el monopolio de la emisión de dinero, pero este programa fue interrumpido por la invasión japonesa de 1937. El Estado, con la finalidad de maximizar sus ingresos, incrementó la emisión de moneda de curso legal depreciándola en extremo. En 1950, los comunistas, por medio del Banco del Pueblo, centralizaron la emisión de billetes. Su trayectoria no ha podido ser muy clara, sin embargo hay clara evidencia de inflaciones encubiertas por el extenso sistema de precios topes. La inflación llegó a niveles donde escaseaban las monedas de bajas denominaciones, contrario a lo que sucedió durante la época del sistema de dinero privado.
Estas experiencias nos demuestran que el factor de mayor peso para el surgimiento de los Bancos Centrales fue el deseo, del gobierno en determinado momento, de obtener dinero fácil obteniendo «préstamos» bajo condiciones privilegiadas. Ocasionalmente, tales presiones para crear agentes financieros surgieron en tiempos de guerra o crisis financieras del sector gubernamental.
La evolución del respaldo del papel moneda es el siguiente:
En los siglos XVIII y XIX, muchos países tenían un patrón de dos metales, basado en oro y plata.
Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial se adoptó principalmente el Patrón oro, de forma que cualquier ciudadano podría transformar el papel moneda en una cantidad de oro equivalente. En la práctica, la moneda fraccionaria más utilizada a lo largo de la historia ha sido la plata, aunque el verdadero valor residiera en el oro. Por eso, cuando se habla de "patrón oro" no quiere decir que se esté hablando siempre de monedas circulantes de oro o de pagarés respaldados contra reservas de oro disponibles en el acto; sino de un sistema monetario respaldado por un bien tangible con valor en sí mismo.
El desarrollo de los Bancos Centrales desde el siglo XX no se ha limitado a tener el monopolio de la emisión de dinero. Ha incrementado su condición intervencionista en la economía mediante la emisión de regulaciones crediticias y cambiarias. Con esto ha logrado únicamente una deficiente asignación de los recursos monetarios, obstaculizando el crecimiento económico.
En el periodo entre guerras mundiales se trató de volver al Patrón Oro, si bien la situación económica y la crisis o crack del 29 terminó con la convertibilidad de los billetes en oro para particulares. En Gran Bretaña se abolió en 1931.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los aliados establecieron un nuevo sistema financiero en los acuerdos de Bretton Woods, en los cuales se establecía que todas las divisas serían convertibles en dólares estadounidenses y sólo el dólar estadounidense sería convertible en lingotes de oro a razón de 35 dólares por onza para los gobiernos extranjeros.
En 1971, las políticas fiscales expansivas de los EE.UU., motivadas fundamentalmente por el gasto bélico de Vietnam, provocaron la abundancia de dólares, planteándose dudas acerca de su convertibilidad en oro. Esto hizo que los bancos centrales europeos intentasen convertir sus reservas de dólares en oro, creando una situación insostenible para los EE.UU. Ante ello, en diciembre de 1971, el presidente de EE.UU., Richard Nixon, suspendió unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro para el público y devaluó el dólar un 10%. En 1973, el dólar se vuelve a devaluar otro 10 %, hasta que, finalmente, se termina con el patrón oro. La convertibilidad en oro es abandonada en cascada por el resto de gobiernos y bancos centrales, aduciendo falta de flexibilidad en la política monetaria. El US$ se convierte en lo que se denomina moneda de reserva, representando un 62%, y seguido del euro con un 27% de las reservas de divisas de los bancos centrales.
El abandono total del patrón oro por el resto de estados ha supuesto un crecimiento enormemente disparatado de la oferta monetaria mundial, muy superior al crecimiento total de los bienes y servicios que la sociedad es capaz de producir y causa fundamental de la inflación permanente en la que vivimos las sociedades occidentales.
Desde 1973 hasta nuestros días, el dinero que hoy usamos tiene un valor que está en la creencia subjetiva de que será aceptado por los demás habitantes de un país, o zona económica, como forma de intercambio. El dinero no está actualmente respaldado por ningún activo tangible por lo que es denominado dinero fiduciario -en inglés fiat money-. Las autoridades monetarias y Bancos Centrales no pretenden defender ningún nivel particular de tipo de cambio, pero intervienen en los mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones especulativas de corto plazo, con el objetivo de mantener a corto plazo la estabilidad de precios, y evitar situaciones como la hiperinflación, que hacen que el valor de ese dinero se destruya, al desaparecer la confianza en el mismo, o como la deflación.
En el sistema económico actual, el dinero es creado por dos procedimientos:
- Dinero legal, creado por el Banco Central mediante la acuñación de monedas e impresión de billetes (dinero como efectivo).
- Dinero bancario, es el "creado" por los bancos privados mediante la anotación en cuenta de los depósitos suscritos por los clientes.
La cantidad de dinero creada es medida mediante los agregados monetarios.
Es oportuno poner ya en tela de juicio los beneficios que obtiene cualquier país al estar sujeto a un Banco Central, especialmente en aquellos países en donde esta institución no ha cumplido su labor de mantener un crecimiento moderado en la emisión de dinero, ni ha establecido un marco de estabilidad en los mercados de capitales.
Estas, y otras evidencias históricas, demuestran, en contra a lo que la mayoría de personas creen sobre el papel de la Banca Central en la economía. En realidad, es sólo una parte importante de la mitología del intervencionismo económico.
El sistema opuesto al presente régimen es el de curso voluntario, o «libre», donde es potestad de cada acreedor o vendedor aceptar, o no, determinado medio de intercambio como pago. Esto implica que el individuo tiene la libertad de escoger el dinero del emisor que considere más conveniente.
Este mecanismo predominó en los orígenes del dinero, donde comerciantes y banqueros emitan sus propios medios de intercambio; dependiendo de la confiabilidad de estos emisores, los acreedores aceptaban o rechazaban sus monedas. Esta confiabilidad estaba en función del cumplimiento de los emisores en redimir sus monedas por el bien que las respaldara. Aquellos emisores que fallaran en la obligación de redimir su moneda, el mercado eventualmente los condenaba menospreciando su aceptación, siendo eliminados del mercado mediante una forma de purificación en la circulación de monedas.
Bajo el sistema de curso voluntario existen diferentes alternativas de fuentes emisoras de dinero, llegando a predominar históricamente el dinero emitido por los bancos privados.
El dinero de banco tuvo su apogeo durante el siglo XIX. Los bancos trabajaban bajo un patrón metálico como respaldo de su dinero, redimiendo sus billetes por determinada cantidad de oro, plata, cobre o una combinación de éstos. La emisión de dinero de banco se suspendió en el momento en que surgieron los Bancos Centrales arrogándose el privilegio monopolístico de emitir dinero. Existe la creencia popular que los bancos centrales fueron establecidos a raíz de las deficiencias de la banca privada libre. Las investigaciones demuestran lo contrario, y es aquí donde encontramos el primer obstáculo de un régimen de curso voluntario: la equivocada idea que un sistema donde los bancos funcionaban libremente como emisores falló.
Inglaterra se caracterizó por ser el modelo para el sistema de banca central. Por el contrario, Escocia no tuvo banca central. Entre 1792 y 1845 Escocia permitió la libre competencia en el negocio de emisión de dinero, sin casi ninguna regulación. Este sistema de emisión privada de dinero se suspendió, no por defectos que tuviera, sino por consecuencia de la extensión del «Acta de Peel» de Inglaterra ley que impidió nuevos ingresos al negocio de emitir dinero, tanto en Escocia como en Inglaterra. De donde se derivó la formación del Banco de Inglaterra como única entidad autorizada para emitir dinero.
Otro ejemplo sobresaliente de dinero privado de banco fue en Suecia, entre 1831 a 1902, donde se experimentó un sistema de libertad bancaria casi total. Al final de este período, existían 26 bancos privados y un total de 157 agencias que emitían su propio dinero. Estos billetes compitieron exitosamente con aquellos del Banco del Parlamento Sueco Riksbank, y a pesar de los impuestos y algunas otros restricciones que caían sobre los billetes de bancos privados, estos últimos eran predominantemente demandados por los usuarios. Aún más curioso, los billetes de Riksbank eran los únicos medios de pago de curso legal, o reconocidos ante la ley; durante esta etapa, existió una política explícita que el Estado no podía asistir a los bancos privados en momentos de crisis pero aún así ningún banco falló en su obligación de redimir dinero. Este exitoso sistema contribuyó al extraordinario crecimiento económico que tuvo Suecia durante la segunda mitad del siglo XIX, dada la estabilidad en las monedas privadas y en las reglas del juego crediticio. El sistema fue desmantelado mediante un proceso gradual que dio inicio en 1901, cuando las autoridades suecas, resintiendo la pérdida en los ingresos del Estado y la reducida circulación de los billetes del Riksbank, confirió al Banco del Parlamento el monopolio de la emisión de dinero. Formalmente el derecho de emitir billetes privados de banco se abolió en 1904.
Otro episodio en la historia del dinero de banco, tuvo lugar en la capital de la provincia de Fukien, en la China Continental. Esta región había sufrido desastrosas experiencias con el papel moneda emitido por el gobierno, a partir del siglo IX. Finalmente, la dinastía Ching (1644-1911) decidió que la emisión de dinero sería tarea exclusiva del mercado y no del gobierno y así fue, excepto en dos breves y fracasadas emisiones gubernamentales de las décadas de 1650 y 1850. Este dinero de banco era redimible en cobre y libre de cualquier regulación gubernamental. Este dinero tendió a depreciarse y los billetes de bancos grandes circulaban en todos los alrededores de la provincia, gracias a los eficientes sistemas de compensación. La caída de este régimen monetario se debió a la revolución de la República en 1911, ante la creación de una serie de regulaciones. Estas favorecían a aquellos bancos que habían proporcionado ayuda financiera a los revolucionarios. Los nacionalistas tomaron el poder en 1927 y en 1935 establecieron el régimen de curso legal favoreciendo únicamente a los tres bancos más grandes de la época. Se quiso entregar en definitiva al Banco Central de China el monopolio de la emisión de dinero, pero este programa fue interrumpido por la invasión japonesa de 1937. El Estado, con la finalidad de maximizar sus ingresos, incrementó la emisión de moneda de curso legal depreciándola en extremo. En 1950, los comunistas, por medio del Banco del Pueblo, centralizaron la emisión de billetes. Su trayectoria no ha podido ser muy clara, sin embargo hay clara evidencia de inflaciones encubiertas por el extenso sistema de precios topes. La inflación llegó a niveles donde escaseaban las monedas de bajas denominaciones, contrario a lo que sucedió durante la época del sistema de dinero privado.
Estas experiencias nos demuestran que el factor de mayor peso para el surgimiento de los Bancos Centrales fue el deseo, del gobierno en determinado momento, de obtener dinero fácil obteniendo «préstamos» bajo condiciones privilegiadas. Ocasionalmente, tales presiones para crear agentes financieros surgieron en tiempos de guerra o crisis financieras del sector gubernamental.
La evolución del respaldo del papel moneda es el siguiente:
En los siglos XVIII y XIX, muchos países tenían un patrón de dos metales, basado en oro y plata.
Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial se adoptó principalmente el Patrón oro, de forma que cualquier ciudadano podría transformar el papel moneda en una cantidad de oro equivalente. En la práctica, la moneda fraccionaria más utilizada a lo largo de la historia ha sido la plata, aunque el verdadero valor residiera en el oro. Por eso, cuando se habla de "patrón oro" no quiere decir que se esté hablando siempre de monedas circulantes de oro o de pagarés respaldados contra reservas de oro disponibles en el acto; sino de un sistema monetario respaldado por un bien tangible con valor en sí mismo.
El desarrollo de los Bancos Centrales desde el siglo XX no se ha limitado a tener el monopolio de la emisión de dinero. Ha incrementado su condición intervencionista en la economía mediante la emisión de regulaciones crediticias y cambiarias. Con esto ha logrado únicamente una deficiente asignación de los recursos monetarios, obstaculizando el crecimiento económico.
En el periodo entre guerras mundiales se trató de volver al Patrón Oro, si bien la situación económica y la crisis o crack del 29 terminó con la convertibilidad de los billetes en oro para particulares. En Gran Bretaña se abolió en 1931.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los aliados establecieron un nuevo sistema financiero en los acuerdos de Bretton Woods, en los cuales se establecía que todas las divisas serían convertibles en dólares estadounidenses y sólo el dólar estadounidense sería convertible en lingotes de oro a razón de 35 dólares por onza para los gobiernos extranjeros.
En 1971, las políticas fiscales expansivas de los EE.UU., motivadas fundamentalmente por el gasto bélico de Vietnam, provocaron la abundancia de dólares, planteándose dudas acerca de su convertibilidad en oro. Esto hizo que los bancos centrales europeos intentasen convertir sus reservas de dólares en oro, creando una situación insostenible para los EE.UU. Ante ello, en diciembre de 1971, el presidente de EE.UU., Richard Nixon, suspendió unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro para el público y devaluó el dólar un 10%. En 1973, el dólar se vuelve a devaluar otro 10 %, hasta que, finalmente, se termina con el patrón oro. La convertibilidad en oro es abandonada en cascada por el resto de gobiernos y bancos centrales, aduciendo falta de flexibilidad en la política monetaria. El US$ se convierte en lo que se denomina moneda de reserva, representando un 62%, y seguido del euro con un 27% de las reservas de divisas de los bancos centrales.
El abandono total del patrón oro por el resto de estados ha supuesto un crecimiento enormemente disparatado de la oferta monetaria mundial, muy superior al crecimiento total de los bienes y servicios que la sociedad es capaz de producir y causa fundamental de la inflación permanente en la que vivimos las sociedades occidentales.
Desde 1973 hasta nuestros días, el dinero que hoy usamos tiene un valor que está en la creencia subjetiva de que será aceptado por los demás habitantes de un país, o zona económica, como forma de intercambio. El dinero no está actualmente respaldado por ningún activo tangible por lo que es denominado dinero fiduciario -en inglés fiat money-. Las autoridades monetarias y Bancos Centrales no pretenden defender ningún nivel particular de tipo de cambio, pero intervienen en los mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones especulativas de corto plazo, con el objetivo de mantener a corto plazo la estabilidad de precios, y evitar situaciones como la hiperinflación, que hacen que el valor de ese dinero se destruya, al desaparecer la confianza en el mismo, o como la deflación.
En el sistema económico actual, el dinero es creado por dos procedimientos:
- Dinero legal, creado por el Banco Central mediante la acuñación de monedas e impresión de billetes (dinero como efectivo).
- Dinero bancario, es el "creado" por los bancos privados mediante la anotación en cuenta de los depósitos suscritos por los clientes.
La cantidad de dinero creada es medida mediante los agregados monetarios.
Es oportuno poner ya en tela de juicio los beneficios que obtiene cualquier país al estar sujeto a un Banco Central, especialmente en aquellos países en donde esta institución no ha cumplido su labor de mantener un crecimiento moderado en la emisión de dinero, ni ha establecido un marco de estabilidad en los mercados de capitales.
Estas, y otras evidencias históricas, demuestran, en contra a lo que la mayoría de personas creen sobre el papel de la Banca Central en la economía. En realidad, es sólo una parte importante de la mitología del intervencionismo económico.
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